domingo, 31 de julio de 2011

La melodía de los muelles 1

Capítulo 1: ¿En tu camarote o en el mío?

Era noche cerrada, con la luna redonda brillando en lo alto del cielo de Gaïa, iluminando el puerto de Settsu, al norte de la tierra de Lannet. Dos figuras caminaban en la noche, una más alta y aparentemente más mayor, y la otra más baja y de aspecto más joven. El mayor, con pelo largo y de color ceniza, vestía unas ropas de aspecto noble, aunque su forma de caminar no denotaba unos modales demasiado refinados. El otro, sin embargo, era todo lo contrario. Pelo largo negro, recogido en una coleta que aún así le llegaba algo más por encima de la mitad de la espalda, marcados rasgos orientales y bastante flaco, vestía las ropas que llevaría cualquier gamberrillo de tres al cuarto, una camiseta de tirantes roja, un chaleco de cuero negro, dejando unos brazos flacos, pero a la vez musculados al aire, el izquierdo vendado de codo para abajo hasta la muñeca, y el derecho cubierto de la misma forma, solo que con un cobertor bastante fino; unos pantalones de cuero, con las perneras desiguales, llegándole la derecha hasta el comienzo del muslo, y la izquierda cubriéndole toda la pierna, salvo que por la parte de detrás los cortes en él dejaban al descubierto la piel hasta las nalgas; en su cintura se podían apreciar tres espadas colgando de un cinturón grande con varias tachuelas y una hebilla de hierro; las botas, de cuero también con más remaches de metal, sonaban pesadas sobre la madera de la pasarela que conducía hasta un barco.

El más alto se apartó para dejarle pasar sobre una plataforma que había salido desde la cubierta del barco, de forma que ambos pudieran subir. Cuando lo hicieron, el de apariencia más joven miró alrededor, y lo que se encontró lo dejó, si no decepcionado, al menos desconcertado. Únicamente había tres personas más allí; uno de ellos era una mujer, la que había sacado la pasarela, joven, pelo negro semilargo, cara bonita, cuerpo delgado pero con tulgentes senos, y piernas torneadas, vestía una blusa fina de color morada y unos pantalones tejanos, aunque algo desgastados, botas de cuero hasta la rodilla, guantes negros, y una capa de viaje con capucha negra también. Ella les sonrió levemente y saludó a los recién llegados.

-¿Ha ido todo bien? –preguntó ella.

El más alto asintió mientras invitaba a su acompañante a pasar.

-Bastante mejor de lo esperado. ¿Podrías llamar al resto, Cuca querida? Es hora de presentaros a nuestro nuevo compañero.

-¿Y por qué no lo haces tú? Estoy harta de ser la niñera de esos dos.

-¿Han vuelto a pelearse? ¿Qué ha sido esta vez?

-Y yo qué sé. Son un jodido par de crios.

El más alto suspiró y caminó hacia el otro extremo de la cubierta, donde estaban las puertas de los camarotes. Se metió dentro y a los diez segundos, se escucharon voces y gritos que avanzaban más y más, hasta que por la puerta salió el primer hombre, seguido de otros dos, más jóvenes ambos, que no paraban de gritarse entre ellos, y al otro.

Uno de ellos, alto, bastante musculado y de complexión bastante atlética, pelo largo y negro, recogido en una cola de caballo que le llegaba por la mitad de la espalda. Lucía una cicatriz en la cara en el lado izquierdo, desde la frente hasta la barbilla, atravesándole el ojo, aunque no parecía muy profunda. Esa misma cicatriz se perdía dentro de la camiseta, y en un movimiento brusco, pudo ver que le llegaba hasta la cintura, cuando la camiseta de tirantes negra se le levantó en un agarrón. En su brazo derecho, lucía una serie de tatuajes que le recorrían todo el brazo y se adentraban ligeramente en el pectoral. En la mano derecha vestía un guante negro, y unos pantalones del mismo color bastante anchos. En la cintura lucía un cinturón rojo, de donde colgaban un cuchillo y una bolsa donde resonaban varias monedas.

El otro, aunque también alto, era ligeramente más bajo que el primero. Se apreciaba una fuerte musculatura en sus piernas, más largas de lo habitual, aunque su pecho y brazos resaltaban bastante, sin llegar a ser demasiado musculoso. La cara, fina y algo angulosa, de labios y nariz finos, y ojos pequeños, pero profundos. Una larga cascada de pelo negro le caía por la espalda hasta casi rozarle la cintura, y el flequillo cayendo a ambos lados del rostro. Se podía apreciar una cicatriz en el ojo izquierdo, así como varias cicatrices recorriéndole los brazos, si bien marcados, pero no demasiado fibrados. A través de la camiseta negra se podía apreciar un torso bien marcado y definido. Los pantalones, vaqueros y negros, estaban algo desgastados y rotos por las rodillas, como si fueran muy viejos. En la cintura, un cinturón con varios huecos donde se apreciaban dos dagas, y un hueco para la funda de la espada.

-¡Ron, no le hagas ni puto caso! –gritó el más alto- ¡Fue él quien empezó la bronca llamándome rata callejera!

-¡Eres un jodido llorica, Stark! ¡¿No sabes resolver tus problemas tú mismo o qué?!

El mayor se giró haciendo gestos para pedir calma.

-Vamos, vamos, relajaos los dos. Newgate, no deberías haberle llamado eso, y tu Stark no deberías haberle atacado.

Los gritos continuaron, y la muchacha no pudo hacer más que suspirar de forma profunda y mirar al recién llegado.

-Discúlpales, aún no han madurado, pobrecitos –sonriendo, le tendió una mano-. Me llamo Cuca, ¿y tú?

El otro se la quedó mirando, al principio con cierta desconfianza, pero finalmente le estrechó la mano.

-Mi nombre es Akihiko.

-Es…Oriental. Es bonito. Pero eres muy pequeño para viajar tú solo, ¿no crees?

El otro frunció el ceño, ofendido.

-Tengo quince años y soy lo suficientemente mayor como para valerme por mi mismo, extranjera.

-Bueno, bueno, tranquilo. No quería ofender.

Finalmente, la pelea amainó y Ron les hizo señas para que se acercasen.

-Akihiko, déjame presentarte a tus nuevos compañeros. Yo, como ya sabes, me llamo Ron, y ellos son Cuca, Stark y Klasanturt, aunque le llamamos Klas o Newgate, para hacerlo más corto o pronunciable, como tú prefieras.

-No es culpa mía si eres tan idiota que no sabes ni pronunciar una palabra.

-Eh, era una broma.

-La próxima vez haces bromas con tu madre, desgraciado.

-¡Pero si está muerta!

-¿Y a mi qué coño me importa?

Todos menos Ron rieron levemente, y después se separaron, Stark, Newgate y Cuca a sus camarotes, y Ron a enseñarle a Akihiko el suyo. Éste metió dos mudas de ropa en el pequeño armario del que disponía y se acostó para caer dormido unas horas.

***********

Cuando Akihiko despertó ya era de día. Salió fuera de su camarote y se encontró con Cuca y Stark, quienes están mirando por la cubierta al mar y hablando de los combates en los que habían participado. Un poco más allá, Ron manejaba el timón, según les había dicho la noche anterior, hacia las costas de Phaion, desde donde viajarían a Moth a buscar a un miembro más para el grupo. Entonces, la puerta de la cocina se abrió y Newgate salió, vestido únicamente en calzoncillos, y comiendo un trozo de pan mientras bebía una botella de lo que parecía ser ron.

-¿No puedes vestirte como las personas normales? –dijo Cuca.

-¿Es que te molesta, o qué?

-Hombre, no nos gusta verte el paquete, no es agradable –añadió Stark.

-Tú tampoco, y no abro la boca.

Al decir esto, echó un trago a la botella y se fue hacia la otra punta. Mientras caminaba, Akihiko pudo ver una enorme cicatriz en el pecho de Newgate, justo en el medio, en forma de X. El oriental se encogió de hombros y caminó hacia Cuca y Stark.

-¿Aquí hay comida?

-Claro, en la cocina, puedes coger lo que quieras.

-Ah…¿Y donde está eso?

-Ven –Cuca lo cogió por el brazo-. Te lo enseñaré y así la próxima vez podrás ir tu solo.

-Eh…-Akihiko miró la mano de Cuca y movió su brazo para librarse del contacto. Si…Gracias…

Ambos desaparecieron por la puerta y la cubierta se llenó de un silencio pesado y bastante incomodo, hasta que Ron decidió romperlo.

-Pues parece que tendremos una buena travesía, ¿no?

-Cállate –dijeron Newgate y Stark al unísono.

Y así, el silencio volvió a reinar hasta que Cuca y Akihiko reaparecieron por la puerta, ella comiendo un bollo de pan y él cargando una bandeja con bollos, una jarra con leche y un bote con mermelada. Todos se le quedaron mirando, y Newgate soltó una risa por lo bajo.

-Joder con el princesito.

Akihiko frunció el ceño, mirándole fijamente.

-¿Tienes algún problema?

-Oh, no, en absoluto. Solo digo que si sigues comiendo así pronto tendremos que comernos los unos a los otros.

-Me han dicho que podía servirme lo que quisiera.

El otro avanzó hacia él mientras daba otro trago a la botella.

-Puedes, pero no eres el único en el barco, ¿entiendes, princesito?

-¿Y tú quien te has creído que eres para hablarme así…Pordiosero?

Newgate frunció el ceño y se inclinó para quedar frente a frente con Akihiko.

-¿Cómo me has llamado?

El más pequeño se echó levemente para atrás, pero no apartó la mirada.

-Pordiosero. Y egocéntrico. Y engreído. Y repelente.

-Eh, eh, parad los dos –Cuca caminó hacia ellos y los separó-. Newgate, es el primer día del chico en el barco, dale un respiro.

El aludido soltó un bufido y se alejó de ellos, dirigiéndose a la parte alta de la cubierta. Después de eso, el día transcurrió sin más incidentes, hasta la llegada de la noche, donde hubo otra pelea más entre Stark y Klasanturt sobre quien debía comerse el último trozo de carne, hasta que Cuca se lo tragó y puso fin a la discusión. Todos se retiraron a sus habitaciones, excepto Newgate, a quien le tocó llevar el timón esa noche.

**********

Akihiko se levantó en mitad de la noche con el estomago rugiéndole. Se levantó de su cama, se cubrió con un albornoz de seda muy fino y emprendió camino hacia la cocina. Allí, se sirvió un vaso de leche y comió un nuevo bollo con mermelada, y cuando estuvo satisfecho, emprendió el camino de vuelta a su camarote, pero entonces reparó en que Newgate se encontraba sentado en la barandilla de la cubierta, bebiendo y mirando al horizonte. Se le pasaron muchas cosas por la cabeza, como preguntarle porque era tan desagradable, o simplemente empujarle por la borda y tirarle el ancla a la cabeza, pero en su lugar dejó que una pregunta escapara de su boca.

-¿No se supone que eres tú quien tiene que llevar el timón?

El aludido simplemente se giró, le miró sin darle importancia y volvió a mirar al mar. Akhiko caminó hacia él, con una mezcla de indignación y curiosidad por saber que miraba, y le golpeó ligeramente el hombro.

-Te he hecho una pregunta.

-Ya te he oído.

-¿Y por qué no respondes?

-¿Debería?

-Es de mala educación no responder.

-Perdón por no tener tus modales, princesito. Supongo que tú respondes a todo, y haces todo lo que te piden, ¿no?

-¿Qué quieres decir?

Newgate rió levemente e hizo un ademán con la mano indicándole que se fuera. Akihiko le volvió a empujar el brazo, esta vez con algo más de fuerza.

-¡Te he dicho que respondas!

Newgate gruñó levemente y le lanzó una mirada fiera, pero el oriental le volvió a pegar otro empujón, más fuerte que el anterior. Esta vez, el más alto bajó de la barandilla, le tomó de la muñeca y le atrajo haca él, pegando sus cuerpos y haciendo que el menor tuviera que mirar hacia arriba para ver la sonrisa burlona que el otro tenía en el rostro.

-¿Te gusta meterte con los mayores? Sería mejor que tuvieras cuidado, ahora Cuca no está para protegerte.

Akihiko gimió levemente intentando soltarse.

-¡Suelta! ¡Me haces daño!

-¿Ah, sí? –Newgate oprimió su muñeca con un poco más de fuerza- ¿La pequeña princesita siente dolor?

De nuevo gimió, esta vez con más fuerza, y trató de empujarle, pero no hubo manera de que lo liberase.

-¡Te he dicho que me sueltes!

-¿Y que pasa si no lo hago? ¿Qué pasa si te suelto al mar? ¿Sabes nadar bien?

-¡Te odio! ¡Eres un chulo! ¡Y un engreído!

Akihiko continuó gritando insultos, aunque sin saber muy bien porque. Aquel hombre le producía una sensación extraña. No era miedo. No era temor. ¿Pudiera ser que…?

-¿De veras? ¿Y qué más soy?

Akihiko gimió de nuevo, agarrando con su mano libre la muñeca que le oprimía y pataleando levemente.

-¡Un creído! ¡Un egocéntrico! ¡Un…!

Pero no pudo terminar esa frase, ya que Newgate le selló la boca con sus labios y le inmovilizó la lengua con la suya propia mientras continuaba agarrándole. Pero Akihiko ya no intentaba liberarse. Ya no pataleaba o gemía. Ahora dejaba al otro hacer lo que quisiera. Esa era la sensación que había prendido dentro de él. Excitación. Ese hombre le excitaba, a pesar de su carácter altivo. ¿O tal vez era eso lo que lo excitaba? Siguió preguntándose eso mientras inconscientemente su lengua respondía al estímulo, hasta que ambos se separaron para recuperar el aliento.

-Más despacio, princesito. O no podré recordar todos tus fetiches.

Akihiko jadeó, mirándole, sin saber que decir. Se le pasaban mil cosas por la cabeza y ninguna al mismo tiempo, así que simplemente se dejó llevar. Clavó las uñas en el pecho de Newgate a través de la camiseta y comenzó un nuevo beso, este más intenso que el anterior. El otro sonrió mientras volvía a emplear su lengua, y liberó el brazo del menor para tomarle de la cintura e introducir lentamente las manos dentro de su pantalón.

El oriental sin esperar un segundo, y continuando ese humedo beso, enlazó sus piernas alrededor de la cintura de Newgate y le rodeó el cuello con los brazos. El mayor caminó así hasta los camarotes y abrió la puerta de Ron de una patada.

-Eh, tú, despierta. El nuevo me ha pedido un…tour completo.

Ron parpadeó perplejo mientras los otros dos se fundían en un nuevo beso, Akihiko clavándole las uñas a Newgate en los omoplatos, y el más alto apretándole las nalgas con fuerza por dentro de la ropa. Con otra patada, Newgate entró a su camarote y tiró al menor sobre la cama. Solo se miraron una fracción de segundo, pero fue más que suficiente. El más alto desató el nudo del albornoz, dejando a Akihiko simplemente con los finos pantalones que empleaba para dormir y se puso sobre él, le tomó ambas muñecas y las situó por encima de su cabeza, mientras comenzaba a morder el cuello y los hombros del oriental. Continuó deslizando su boca hacia abajo, clavando sus dientes en los pezones de Akihiko, lo que le arrancó un profundo gemido. Newgate sonrió malévolo y tiró de la piel con sus dientes, mientras pellizcaba el otro, creando una avalancha de suspiros y jadeos. Tras varios minutos “torturando” el pecho de Akihiko, Newgate bajó nuevamente hasta morderle el abdomen, dejándolo lleno de marcas rojas. Sin detenerse, deslizó los pantalones hacia abajo, llevándose los calzoncillos con ellos, para revelar el miembro del más pequeño, totalmente duro. El más alto se quedó mirando aquella imagen sin soltar el agarre y sonrió de forma pícara, haciendo que su acompañante enrojeciera.

-¡N-no me mires así!

-¿Y cómo quieres que te mire si estas en mi cama, desnudo y cachondo?

Akihiko se puso aún más colorado y trató de cruzar las piernas para cubrirse, pero Newgate se lo impidió, y las abrió con su mano libre, revelando sin ningún pudor la erección del más pequeño. Newgate rió levemente mientras contemplaba el miembro del oriental palpitar de excitación, golpeando la parte baja del abdomen. Akihiko gimió levemente y cuando sus miradas se volvieron a cruzar, algo rugió dentro de Newgate. Su amante tenía una expresión de total inocencia, totalmente sonrojado, con la mirada fija en él pero a la vez perdida, y la boca medio entre abierta, aun jadeando. Él corrompería esa inocencia, y lo haría de la mejor manera que sabía. Liberando los brazos de Akihiko, le tomo las piernas y las alzó, aguantandolas con una sola mano. El culo del oriental quedo totalmente al descubierto, y Newgate no pudo hacer otra cosa que relamerse. Despacio, llevó las piernas de su amante hasta sus hombros y, con cuidado, introdujo dos dedos en su cavidad. Aquello arrancó un profundo y sonoro gemido de los labios del oriental, lo cual se repitió mientras el mayor sacaba los dedos y los volvía a introducir. Entonces, el menor llevó sus manos hasta el borde de los calzoncillos de Newgate y trató de tirar de ellos hacia abajo. El otro rió y le ayudo, tirando después los calzoncillos a la otra punta de la habitación, revelando un miembro erecto algo más grande que el de Akihiko y bastante más grueso. El oriental se mordió el labio inferior y volvió a lanzar otro gemido cuando noto las yemas de los dedos de su amante presionando contra sus paredes internas. Después, Newgate se inclinó sobre el y lamió los labios de Akihiko.

-Antes te he cortado, princesito…Me estabas diciendo que yo era un engreído, un egocéntrico y…¿qué más?

El menor gimió de nuevo, rodeandole el cuello con sus brazos y clavandole ligeramente las uñas en la espalda.

-¡Ahhh! ¡U-un prepotente! ¡Chulo! ¡Mmmmm! ¡Malnacido! ¡Ohhhhh! ¡Pordiosero!

Newgate rió levemente e introdujo un dedo más en el interior de Akihiko, haciendo que este solo pudiera gemir, sin ser capaz de articular cualquier otra palabra. Tras varios minutos más de tratamiento digital, Newgate retiró los dedos de la entrada del más pequeño y los lamió lentamente, deleitándose con la cara de su amante, la cual era el vivo reflejo del deseo.

-Eres…Total…Y absolutamente…Odioso…-logró articular entre jadeos.

-Y a ti te gustan demasiado los chicos malos.

El mayor rió de nuevo, tomó las piernas del otro con brusquedad y le hizo reclinarse hasta dejarlas detrás de su cabeza, quedando ellos dos frente a frente.

-¡Ah! ¡Joder!

El mayor le mordió el labio inferior con ligera brusquedad y susurró despacio.

-Eso es justo lo que vamos a hacer…

A Akihiko solo le dio tiempo a parpadear ligeramente antes de sentir como el miembro de Newgate se abría paso en su interior, lo que provocó que soltara un grito inmenso de placer, que fue ahogado con un nuevo beso. Privado de su voz, Akihiko clavó sus uñas con más fuerza aun en los hombros de su amante, haciendo que la sangre comenzara a brotar poco a poco. Pero eso no detuvo a ninguno de los dos.

Newgate comenzó a moverse lenta pero firmemente, asestando precisas estocadas a las entrañas del pequeño oriental, pero un minuto después, las estocadas se habían convertido en una ráfaga sin control. Akihiko gritaba sin parar, y Newgate rugía como un animal, intercambiando besos húmedos y profundos de vez en cuando, hasta que el menor comenzó a gritar con más fuerza, al borde de alcanzar el clímax, pero en ese momento, Newgate apretó la base de su pene con fuerza, bloqueando el orgasmo.

-Aún no, princesito…

Akihiko le miró con una mezcla de enfado y frustración, mirada que desapareció al instante cuando Newgate reanudó el ritmo anterior, sumándole esta vez el movimiento de su mano al ritmo de las embestidas.

-No…No…No aguantaré…

-¿Quieres correrte ya, princesito?

Akihiko solo pudo morderse el labio otra vez y asentir, casi con desesperación. Newgate sonrió de forma malévola una vez más y aceleró la masturbación, presionándole el glande con su pulgar y apretando la base para evitar que se corriera.

-Entonces suplica…-susurró al oído del menor antes de morderle el lóbulo.

-¡Ahhhhhh! ¡Y-yo no suplico!

-¿Seguro? –al decir esto, golpeó la próstata de Akihiko con su glande, arrancándole un nuevo grito de puro éxtasis-. Porque si no, no te dejaré…

El menor gimoteó y volvió a gritar cuando su próstata volvió a ser estimulada. Su pene no aguantaba más, estaba a punto de explotar, quería correrse y quería correrse ya.

-Vamos princesito…Suplica…-Newgate susurró en sus labios y los mordió nuevamente, haciendo que sangrasen de forma leve, y besándole de nuevo para limpiarle el liquido rojizo.

Akihiko volvió a gemir mientras su mente se nublaba de placer al sentir todas aquellas estimulaciones a la vez. No quería suplicar, pero aquello era demasiado…El otro lo había sometido, no sabía ni como, ni cuando, si en la cubierta o en el momento en que le quito la ropa, ni que pasaría después. Solo quería explotar de una vez.

-Por…Por favor…Quiero…Quiero correrme…

Como contestación, solo recibió un nuevo mordisco en el pecho y la liberación de la base de su miembro.

-Buen chico…

Sin poder contenerse ni siquiera un segundo, Akihiko chilló aún mas fuerte que antes mientras estallaba en un orgasmo brutal, que le llenó el pecho con su propia corrida. Pero eso no fue todo. Segundos después, notó el semen de Newgate estallando en su interior mientras él soltaba uno de los mayores rugidos que hubiera escuchado jamás. Al sentir eso, el menor no pudo contenerse y tuvo un segundo orgasmo, lo que provocó que instantáneamente se desmayara por el agotamiento.

**********

Al día siguiente, Akihiko se levantó totalmente descolocado. Apenas recordaba algo de la noche anterior, y se extrañó cuando vio que no estaba en su camarote. Miró alrededor y encontró su ropa en la silla del escritorio de la habitación. Se levantó y sintió un extraño dolor en su parte trasera, examinó su cuerpo y vio que tenía pequeñas marcas rojas repartidas por su pecho, abdomen, hombros e incluso el cuello, y fue ahí cuando lo recordó todo. La noche anterior había follado con el tipo más desagradable de ese barco. Rió para sí, se ató el albornoz de nuevo y salió a cubierta. Estaba casi todo desierto, salvo Ron, que tenía un aspecto cansado manejando el timón. El oriental rió de nuevo cuado la puerta por la que había salido se abrió de nuevo y por ella salieron Stark y Cuca, los cuales se le quedaron mirando.

-Oye…-Cuca se acercó a él-. Anoche, tú…¿Tuviste alguna…pesadilla?

Akihiko enrojeció un poco y se tapó aún más con el albornoz.

-¿Por…Por qué lo preguntas?

-Anoche te oímos gritar, chillabas mucho –apuntó Stark.

-Bueno, yo…

Entonces la puerta de la cocina se abrió y apareció Newgate llevando solo unos pantalones y bebiendo de otra botella de ron. Akihiko se preguntó cuanto podría beber ese hombre.

-Ah, ya estás despierto. Me costó horrores dormirme, ¿sabes? Te movías más que un jodido saco de piojos.

Al oír eso, Cuca y Stark se miraron, y luego miraron a Akihiko, lo que le hizo enrojecer aún más. Newgate los miró sin comprender.

-¿Tu has…? –empezó Cuca.

-¡¿Vosotros habéis…?! –continuó Stark.

Akihiko miró a Newgate con la cara totalmente colorada, y éste les miró a los tres aún sin entender.

-Si lo que queréis decir es si nos hemos acostado, sí. Anoche le llevé a mi camarote y le follé hasta que se desmayó.

-¡Tío! –gritó Stark escandalizado.

-¡No hace falta que seas tan grafico!

Newgate se encogió de hombros y dio un trago a la botella.

-Entonces no me preguntéis. Panda de finolis…

Después caminó hacia el otro extremo de la cubierta, y en el trayecto, le dio un azote a Akihiko en las nalgas. Éste se sonrojó aún más, pero rió despacio mientras Cuca y Stark aún seguían atónitos. Definitivamente iba a ser un viaje interesante.

-Esto…No es por interrumpir, pero…¿Podría alguien sustituirme? Tengo sueño. Anoche una pareja de amantes entró en mi camarote y me obligó a llevar el barco –dijo Ron aguantándose un bostezo.

Todos le miraron a la vez, y sus voces fueron una.

-Cállate.

jueves, 7 de julio de 2011

Entrada de prueba

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